Encontrar la identidad nativa del Bonsai en Argentina.

Iniciarse en la práctica del Bonsai es como un viaje hacia un mundo algo desconocido del que parecemos ajenos, mas aún en estos tiempos que corren donde la rutina produce una profunda sensación de encierro dentro del sistema de vida.
A medida que uno avanza en el sendero se empieza a tomar conciencia del reino vegetal, el cual está formado de seres vivos, a quienes les debemos la vida en este planeta.
La vía del Bonsai permite entrar en contacto con ese mundo de la naturaleza y llegado a este punto, comienzan a producirse cambios en nuestro interior por muchas razones, producto de la relación "Hombre-Árbol".

Hace ya varios años que inicié este viaje en la práctica del Bonsai y cuanto mas se aprende, surgen más preguntas y más experiencias por vivir y con el paso de los años resulta que nuestros bonsai son la excusa para re-descubrirnos.Pasaron ya 10 años en que nació este concepto llamado "bonsai pampeano" con el objetivo de comenzar a fusionar la aplicación de las técnicas del Bonsai con las especies nativas, especialmente de la Ecoregión Pampeana. Y así tratar de incentivar a todos los bonsaistas argentinos a que se sumen en esta iniciativa en todos los rincones del país. Acompañando a quienes en silencio trabajan en difundir, proteger y reproducir a nuestras especies nativas. Un desafío más en el viaje del bonsaista a través del mundo de la naturaleza.

Un santuario de bonsais naturales en la Patagonia.

El espíritu de una persona que ama la practica del bonsai tiene diferentes facetas, pienso que una de ellas sin lugar a dudas es viajar en busca del contacto con la naturaleza virgen, adentrarse al corazón de los distintos paisajes y observar atentamente la perfecciòn de lo silvestre.
Ese espíritu viajero una vez me llevo a un lugar que tranquilamente podría definir como sagrado, que afortunadamente esta en nuestro país, en la fascinante y misteriosa Patagonia. Si salimos de Junín de los Andes con destino a San Martín de Los Andes por la ruta 234, a muy pocos kilómetros una vez que dejamos Junin, sale un camino de ripio hacia el oeste que empalma con la ruta provincial 62 que funciona como acceso fronterizo hacia Chile llamado Paso Carririñe. Unos kilómetros antes de llegar a la frontera, se encuentra el Lago Epulaufquen donde desemboca lo que alguna vez hace 500 años fue un río de lava ardiente, El Escorial.

Aquí encontraremos una vegetación muy restringida que creció entre la escoria oscura y muy filosa que en su mayoría esta formada por Cohiues y algunos Cipres nativos de los Andes. Estamos dentro del Parque Nacional Lanin donde el cono inmenso del volcán, de mas de 3700 metros de altura, domina el horizonte. Sin embargo otro volcán de menos de 2000 metros que se llama Achen Niyeu fue el origen de este río de escoria en donde se sorprenderán al ver los bonsais naturales de Coihues.

Aquí se podrá apreciar el capricho sagrado de la naturaleza a través de los viejos troncos curvados, retorcidos o inclinados de los Coihues, una fuente de inspiración majestuosa realmente única y poco común.

Describir lo que se siente estar caminando entre estos viejos árboles no me es tarea fácil, simplemente no hay palabras. Esta es una experiencia muy personal por esto los invito a que conozcan el lugar y una vez allì, respirar profundo bajo el infinito cielo azul patagónico y empaparse de la inspiración sagrada de la Pachamama.