Durante
esta experiencia de aprendizaje que vengo llevando adelante desde hace ya
algunos años como bonsaista, que trata sobre las plantas nativas y su forma de
cultivo dentro de la órbita del arte del Bonsai, es determinante descubrir
a quienes, desde hace ya mucho tiempo,
vienen trabajando duro y casi en soledad, a veces, con el bonsai autóctono
argentino.
Y este
camino del bonsaista, me fué mostrando a grandes bonsaistas, pero sobre todo a grandes
personas con las que , con el paso del tiempo, sigue floreciendo una bella
relación.
De esta
manera y gracias a que Cristina Urabayen me distingue con su amistad, es que
llegamos a esta brillante oportunidad de dar a conocer algunas impresiones y
enseñanzas de una de las pioneras, sin ninguna duda, del bonsai autóctono de
nuestro país. Así que , sin mas, dejemos que sea Cristina quien siga adelante
con estas líneas. Espero que disfruten de esta entrevista y que sea de gran
aporte para quienes disfrutamos de nuestros hermosos árboles autóctonos.
Ella
nos respondió a esta breve entrevista, de la siguiente manera:
¿Como
se inició en el arte del Bonsai y qué representa en su vida?
Como
suele suceder con cosas que luego se vuelven trascendentes en nuestra vida, mi relación
con la práctica del bonsai tiene su origen en un hecho trivial, diría casi
inconsciente. Levanté de la vereda un fruto de jacarandá ya semi abierto y,por
pura curiosidad, cuando llegué a casa saqué las semillas. Planté una en un
vasito, sin la menor esperanza de que algo saliera de allí. Sucedió lo que
tenía que suceder. Apareció un bello plantín y yo, al tiempo que me maravillaba
de “mi creación”, me preguntaba ¿y ahora qué hago con esto? Obviamente no podía
cultivar un Jacarandá, tal como yo lo conocía, en mi pequeñísimo patio. Debo
aclarar aquí que estos hechos sucedieron hace unos cuantos años, cuando la
información sobre este arte aún no se
encontraba tan a mano. Tanto es así, que mis primeras “macetas de bonsai”
fueron fuentes de cerámica para horno que mi esposo agujereaba cuidadosamente.
|
BREA |
Por
esos días otro hecho “casual” me lleva a una exposición de bonsai en el salón
de una embajada. Allí recojo una revista de la asociación expositora donde encuentro
una publicidad de cursos e imagino un destino para mi plantín. A partir de allí
todo fue un permanente aprender, investigar, descubrir.La
práctica del arte del bonsai me enseñó mucho más que el cultivo de un árbol en
una maceta. Me hizo sentir la responsabilidad,(al hacer germinar una semilla o
tomar una planta para cultivarla), ya que su vida dependerá en gran medida de
mi atención. Me enseñó a ser paciente (para esperar sus nuevos brotes, sus
ciclos estacionales) y, en sus altas y bajas, me mostró el devenir de los
tiempos.
|
CEIBO |
¿Cómo
surge la idea de hacer bonsai con plantas autóctonas y para qué?
Tuve la
suerte de poder viajar mucho por nuestro país y descubrir (con sorpresa a
veces) nuestra riquísima flora.
Veía
árboles maravillosos, que no veía en nuestras calles o parques, muchos de ellos
ideales para cultivar en bonsai. Pero en ese entonces, los bonsaistas argentinos
estaban aún muy aferrados a los estilos clásicos japoneses. Lo que no pensaban
es que esos estilos fueron creados observando y respetando la naturaleza que
los rodeaba.(No hace falta aclarar que no tenían visto, ni siquiera en un
papiro, un Tala, un Espinillo ni mucho menos un Caldén).
Comencé
entonces a difundir la idea de incluir autóctonos en el bonsai, pero era como
nadar contra la corriente. Doné libros de flora nativa a las asociaciones,
exponía mis bonsái de autóctonos cada vez que podía, y en ese tema estaba cuando visitó nuestro país el gran maestro
Masahiko Kimura, a quien tuve el privilegio de entrevistar.
La
siguiente anécdota les dará una idea de lo que quiero transmitir: El auto recorría
Av. del Libertador y el Maestro preguntó absorto “qué árbol era ese” que flanqueaba
varias cuadras de nuestro trayecto. Era el mes de noviembre, y el árbol que lo
cautivó (y no conocía) era nuestro Jacarandá, florecido como sabe hacerlo y
alfombrando el suelo como si la copa no le alcanzara. Creo que para sintetizar
mi respuesta a su pregunta diría que la idea surgió simplemente porque
las conocí, y para que muchos más las conozcan, las valoren y
quieran protegerlas.
|
OMBU
|
¿En
su opinión, en qué nivel está la práctica del bonsai en la Argentina?
En
occidente en general es un arte joven. En especial en Sudamérica difícilmente
encontremos un bonsái que haya pasado por cuatro o cinco generaciones. Ese
carácter que se percibe en un árbol que lleva 150 o 200 años en su cuenco, sólo
se lo puede dar el tiempo. Sin embargo, creo que tenemos maestros que han
adquirido y transmiten eficazmente técnicas muy depuradas, a la vez que la
esencia y la filosofía del bonsai. La comprensión de esto último, más la
inclusión de especies autóctonas, le dan al bonsái Argentino un carácter propio
muy valioso. Creo que esto, lejos de desmerecer este maravilloso arte, lo
enriquece y lo universaliza, como siempre sucede con las expresiones
artísticas. Esto puede apreciarse en las exposiciones y en muchas colecciones
privadas, donde cada vez se ven más árboles nativos
|
MATO |
¿Qué
le diría a una persona que piensa que la práctica del bonsai hace sufrir al
árbol?
Lo que
hace sufrir a cualquier ser vivo es el maltrato y el abandono.Las plantas no
tienen voz, pero su forma de comunicarse es mediante su apariencia. A veces
vemos árboles enormes cubiertos de plagas o enfermos.Plantasmarchitándose en
macetas que ya no pueden contenerlas, donde las raíces no pueden encontrar
alimento.Jardines abarrotados de plantas que, buscando la luz indispensable
para su subsistencia, se estiran raquíticamente sin poder ramificar y aumentar así
su posibilidad de nutrición y sanidad.O en los viveros, cuando son forzadas a
florecer exageradamente o fuera de tiempo, agotando sus energías, a veces
irremediablemente.En ocasiones compramos una hermosa planta para embellecer un
rincón de nuestra casa cuyas condiciones no son las ideales para que ella se
desarrolle, y no entendemos por qué se ve marchita y deslucida “si la cuidamos
tanto”.
Quiero
decir con esto que, con cualquier forma de cultivo que se practique se puede
hacer sufrir a una planta.
Un árbol
cultivado en bonsai, sin prácticas tortuosas, respetando su naturaleza y sus
tiempos, nos muestra hojas brillantes, en ramas vigorosas. Florece y fructifica
como cualquier planta bien cuidada. No es la forma de cultivo, sino el cuidado
que le prodiguemos o no lo que hace sufrir o no a una planta. Y ella nos lo
hace saber.
|
TABAQUILLO |
¿Cuál
sería el mensaje que le daría a los aficionados que recién empiezan en este
camino del arte del bonsai?
Les
diría que la primera “técnica” que deben aprender es la paciencia. El peor
enemigo de un bonsaista es la ansiedad. Comenzar con más de una planta ayudará
a respetar sus tiempos y a no estar constantemente pendiente de lo que sucede.
Que
comiencen con las especies más tolerantes, (lo que comúnmente llamamos “árboles
fáciles”) para que el fracaso no los desanime.
Que
antes de comenzar con un árbol, es importante conocer la naturaleza y el origen
de la especie que van a cultivar; no es lo mismo un árbol del desierto, de
zonas áridas mediterráneas que uno cuyo hábitat natural son las regiones
selváticas, donde la humedad ambiental es alta y constante. Como no es lo mismo
un árbol de montaña con terrenos inclinados (muy drenados) que uno que crece en
la llanura.
Y por
último les diría que escuchen y aprovechen a los que llevan tiempo en esta
práctica. Que disfruten y transiten el camino porque, aun cuando en algún
momento decidan no dedicarse más a ello, la práctica del cultivo del bonsái los
habrá enriquecido para siempre.
|
TABAQUILLO |